En el mes de diciembre comienza la temporada navideña con distintas celebraciones para terminar el año.
El Árbol de Navidad forma parte del sincretismo cultural que abarca siglos de historia uniendo las antiguas y modernas tradiciones que forman parte de la cultura universal.
Los árboles navideños además de ser una tradición, se han convertido en elementos que unen a las familias y las comunidades.
Desde sus orígenes el Árbol de Navidad simboliza la esperanza y la felicidad.
El Árbol de Navidad refleja una evolución cultural que combina el legado diverso y unificador de las sociedades, resultado que muestra las creencias y prácticas de numerosas civilizaciones. Y es uno de los elementos más simbólicos de la tradición.
En 1500 las familias europeas colocaban a los árboles dulces y galletas que significaba la plenitud. En 1846 “The London News” publicó una fotografía de la reina Victoria con su familia al lado de un Árbol de Navidad. Y en 1776 el Árbol de Navidad llegó a los Estados Unidos.
Por lo que fue en el S.XX que inició la tradición de decorar el árbol en los hogares para celebrar las Fiestas Navideñas.
Este ha formado parte de la fé cristiana enriquecido con una mezcla de creencias y enseñanzas. En las culturas nórdicas, decoraban el árbol en honor a Frey, el Dios de la fertilidad y la luz, como un gesto que simboliza la esperanza y el avance de la fé.
Los celtas celebraban el solsticio de invierno adornando con un roble rodeado de antorchas, una ceremonia que marcaba el cambio de estación y expresaba el sentimiento de comunidad y alegría.
Las hojas del árbol navideño se han convertido en un símbolo de amor en el nacimiento de Jesús, siendo un elemento que entrelaza los distintos elementos culturales. Y las manzanas en el árbol representan el fruto del árbol de la vida.
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