En este mes de octubre, México se prepara para una de las fechas más emblemáticas de la cultura mexicana: “El Día de Muertos”, que para los mexicanos es una fecha especial en la que millones de personas celebran esta tradición milenaria que nos distingue de otras culturas mediante los altares y ofrendas que se colocan el 1 y 2 de noviembre.
La Flor de Cempasúchil es una de las flores de la temporada, por lo que los mercados y las principales avenidas de nuestro país se iluminan con este tipo de flores que se cultivan desde el mes de junio y julio en distintos estados de la República Mexicana, como lo son Puebla, Michoacán, el Estado de México, Hidalgo y la Ciudad de México principalmente.
La cosecha inicia en los meses de octubre y noviembre, tiempo en el que todos los rincones de México se pintan del color de la flor de cempasúchil para realizar las ofrendas del “Día de Muertos.”
Los colores naranjas y amarillos, y su aroma intenso, son algunos de los elementos más representativos de las ofrendas del “Día de Muertos.” Que forman el punto de conexión entre el mundo terrenal y el mundo espiritual.
Se dice que “el color de la flor ilumina el camino de las almas y el aroma los guía a otro mundo.”
La flor de cempasúchil es una insignia de la temporada de otoño, que da sentido a las tradiciones mexicanas, vinculada con la sabiduría humana, considerada una planta medicinal de gran trascendencia.
Su nombre proviene del náhuatl, cuyo significado es “veinte flores” como se le conoce tradicionalmente, que hace alusión al calendario maya, basado en los ciclos de 20 días.
Con más de 35 especies de su género: “Tagetes”, plantas herbáceas que le dan forma a los altares.
El tallo de la flor puede llegar a medir hasta un metro de altura, mientras sus botones pueden alcanzar los cinco centímetros de diámetro, que refuerzan los ciclos de la vida y de la muerte.
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