Este lunes 22 de septiembre a las 9:50 horas; se produce el equinoccio de otoño, así lo dio a conocer el Observatorio Astronómico Nacional (OAN). La estación marca el final del verano y el inicio del otoño que hoy comienza, que terminará con la llegada del invierno el próximo mes de diciembre y durará 89 días y 20 horas.
Los equinoccios ocurren dos veces al año, uno a finales de septiembre y otro en marzo. Se producen porque el Sol se sitúa sobre el ecuador de la Tierra.
Es la temporada que precede al frío inviernal y la heredera de la magia del verano y por lo tanto, es un periodo de plena transición que ha marcado a la humanidad desde tiempos muy antiguos.
En ese sentido, el equinoccio de otoño ha sido un fenómeno que no solamente señala el fin de una estación para dar paso a otra, sino que transmite un mensaje muy poderoso de equilibrio entre las fuerzas, el día y la noche se nivelan dando como resultado una armonía única entre la luz y la oscuridad.
¿Qué es el equinoccio de otoño?
El término “equinoccio” proviene del latín “aequinoctium”, que significa literalmente “noche igual” y es el momento del año en que el día tiene la misma duración que la noche en todos los lugares de la Tierra, debido a que se encuentra perpendicular al Ecuador.
Este año el equinoccio de otoño inicia el 22 de septiembre a las 14:21 horas, y la esta estación tendrá una duración de 89 días y 20 horas, con lo cual concluirá el 21 de diciembre con el comienzo del invierno.
A pesar de que este fenómeno se presenta dos veces al año, en el hemisferio norte en marzo con la llegada de la primavera y en septiembre con el otoño, cada uno tiene un significado y un simbolismo diferente, ya que el primero ha sido visto como el renacer de la naturaleza y el segundo como el preludio del invierno, es decir, el fin del ciclo.
Rituales antiguos
Esta cosmovisión le otorgó al otoño un carácter muy especial, ya que es la temporada que se relaciona con la cosecha y con la acumulación de las cosas materiales para poder soportar el frío de los meses posteriores.
Así, la llegada del equinoccio de otoño coincidía con algunas festividades de las civilizaciones antiguas que se caracterizaban por rendir tributo a la bondad de la tierra, ya que es el tiempo de cosechar. En la cultura celta por ejemplo, celebraban el Haleg-Monath, lo que significa el Mes Sagrado, donde se ofrecían rituales a los árboles de los bosques.
En China, algo parecido sucedía con la fiesta conocida como Chung Chiu, una festividad que marca el final de la cosecha del arroz y que simboliza de cierta manera un periodo de abundancia. Para los judíos, el Succoth que significa la “Fiesta de las Cabañas” o de los “Tabernáculos”, tiene su origen bíblico y coincide con la llegada del otoño. Mientras que en la antigua Roma, se celebraban en estas mismas fechas las Fiestas Dionisiacas para conmemorar la cosecha de la uva y se celebraba bebiendo vino del año anterior.
Cosechar y agradecer
De esta manera, en la vida moderna puede ser que estas celebraciones dedicadas a la llegada del otoño ya no sean tan importantes, sin embargo para los que gustan de la espiritualidad y el poder estar en contacto con la naturaleza, uno de los rituales que más recomiendan es recolectar granos y frutas y ofrendarlos justo en el momento en que sucede el equinoccio, con lo que se agradece al universo por los bienes recibidos durante la primavera y el verano.
Y como el otoño también representa equilibrio y transformación, otro de los rituales es hacer un balance de los logros conseguidos hasta el momento, reordenar las prioridades y las necesidades y dejar todo listo para que con la llegada del fin de año, se tenga un panorama mucho más claro de hacia donde se quiere transitar una vez llegado el momento.
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