Existen distintas versiones sobre el origen de la piñata que en estas fiestas decembrinas es uno de los ingredientes que no pueden faltar en cualquier Posada navideña.
Una de ellas se relaciona con los viajes del expedicionario Marco Polo a China, quien observó una tradición en la que se acostumbraba romper la figura de un buey relleno de semillas en el marco de la fiesta del año nuevo chino.
Otra, señala que los antiguos mayas solían practicar un juego en el cual, con los ojos vendados, intentaban romper una olla de barro llena de chocolate que permanecía suspendida de una cuerda.
En México la primera piñata se rompió en el ex convento de San Agustín, hace más de 400 años, el lugar situado en Acolman, en el Estado de México, lugar en el que hoy en día se celebra cada año, entre el 13 y el 21 de diciembre, la “Feria de la Piñata” para conmemorarla.
Con el tiempo, las piñatas forman parte importante de fiestas populares en México, más comúnmente en la época decembrina y los cumpleaños.
La piñata tradicional se elabora con una olla de barro que es decorada con colores brillantes, y la cual debe tener siete conos o picos que le dan forma de una estrella, para luego rellenarla con dulces y frutas de temporada.
El significado religioso de la piñata está presente en sus elementos decorativos; por una parte el forro que la recubre al ser de colores llamativos es asociado con la tentación, mientras que los siete picos que sobresalen sobre su superficie se vinculan con los pecados capitales.
Romper la piñata con los ojos vendados implica un acto de fe, en el que la fortaleza del individuo debe prevalecer para vencer la tentación del pecado.
Los dulces y frutas son el símbolo de los dones y regalos celestiales por haber vencido al mal. Al final llega la recompensa por no abdicar en su lucha contra el mal.
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