Un auténtico embajador italiano.
Uno de los más famosos quesos italianos, es el queso parmesano.
Se trata de un queso curado, de consistencia granular, hecho de vaca, cuyos orígenes son medievales y se encuentra protegido por la Denominación de Origen Protegida (DOP).
En realidad, es un queso que nació en la Reggio Emilia, pero bajo la diócesis de Parma. Y como en aquella época las divisiones territoriales católicas tenían un peso fundamental en el metabolismo nacional italiano, acabó llamándose popularmente parmesano, pero oficialmente “Parmigiano Reggiano”
Nacido en el seno de los caselli de la época, polígonos en los conventos benedictinos en donde se trataba la leche y sus derivados, el queso adquirió rápidamente notoriedad por su extraordinario sabor, producto de la calidad del ganado y su alimento, así como la extraordinaria sal de la zona.
Los moldes tradicionales del queso parmesano y la técnica de elaboración ha cambiado poco en los últimos 8 siglos.
La exigencia de sus productores permite concentrarse en los enormes quesos redondos que pesan alrededor de 30 kilos.
Su exquisito sabor se ha extendido por el mundo. Hoy se exporta a 50 países en el mundo y se mueven tres millones de ejemplares al año.
Es, además, quizá el más versátil de todos los exquisitos quesos de la bota italiana.
Es usual usarlo espolvoreado en pastas, pizzas y distintos platos italianos.
También se usa como aperitivo en platos como el carpaccio, o bien como postre, muy típico de la región de Emilia, de queso parmesano con higos, peras y vino dulce o bien, un limoncello.
El queso parmesano es, sin duda, una de las estrellas de la gastronomía italiana.
Personalmente lo recomiendo en sopas como la de pommodoro o alcachofa, pastas como Pesto o pommodoro (nunca en mariscos) y en postre con higo y, muy personalmente, con Oporto.
No se lo pierdan.
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