Dicen que en los contrastes está el sabor, así como el humor brota natural en medio de la más absoluta seriedad.
Así bien lo saben los europeos que han encontrado un postre perfecto: el Queso Azul y una copa de Oporto.
Es cierto que no hay un queso azul malo, sino que todo es cuestión de gustos.
El azul puede ser de oveja, de vaca o de cabra, todos con el característico moho, los colores azulados y los sabores fuertes y salados, así como la suave textura untable.
Para esta aventura, un magnífico Bleu d’Auvergne nos funciona a la perfección.
Es un queso de la región de provincia francesa de Auvernia, en la zona central de Francia, donde se dan de los mejores quesos.
Esta es la famosa zona que albergaba el pueblo galo del Arverno.
En efecto, fue ahí en donde se dio la famosa batalla del Arverno, donde los galos al mando de Vercingetórix derrotaron a las huestes del César por ahí del año 52 antes de Cristo.
Los célebres cómics de Asterix y Obelix se encargaron de difundirla por el mundo.
En el caso del Oporto, que es un vino generoso producido en el valle del Douro, una de las zonas vitivinícolas más antiguas del planeta. Ahí se han elaborado los mejores vinos desde hace la friolera de 2000 años.
Sus escarpadas tierras no tienen paralelo en el mundo y dotan a sus vinos de un sabor único.
El Oporto es, además, una de las más elocuentes aportaciones que Portugal le ha dado al mundo.
Su nombre se debe a la ciudad de Oporto, desde donde tradicionalmente se ha exportado hacia el océano Atlántico.
Hay varios tipos de Oporto, clasificados en tres categorías generales : el blanco (Porto Branco), el joven (Ruby) el añejo (Tawny).
La recomendación para poder abrazar los fuertes sabores del queso azul es un Tawny, complejo e ideal, para poder realizar este maridaje, que lleva siglos deleitando al paladar humano.
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