Despertar en Nápoles, Italia y recorrer sus callejones, después de una opípara comida hecha a base de pasta, un frutti di mare típico de la región, un pescado con pimiento, tomate y todo el sabor Mediterráneo, hasta una pequeña pizza margherita de entrada, con pepperonccino.
Salimos de la Galería Umberto I y nos dirigimos al puerto.
Llegamos al Café Gambrinus, quizá el más famoso de Nápoles. Ahí, preguntamos a nuestros anfitriones, primos míos, que tomar para hacer la digestión de tan abundante comida (comen vasto y a toda hora).
Limoncello – nos dijeron. Es perfecto para la digestión – insistieron. Y no se equivocaron.
El Limoncello es un licor hecho a base de la maceración en alcohol de limones y otros cítricos. El mejor limoncello es es que emplea limones de la Costa Amalfitana, uno de los lugares más atractivos de Italia y punto de reunión de turistas de todo el planeta.
Pero también se elabora Limoncello en Trieste o en Sicilia…
Es un licor típico y original de la Campania Italiana, provincia de la cual Nápoles es su capital.
Se sirve helado, para apreciar mejor su cuerpo, sabor y textura. Es extraordinario para la digestión, y para abrir y aclarar la garganta.
Un postre excelente. Lo probamos y nos encantó. Por supuesto, no perdonamos el café italiano, cuyo tueste es único en el mundo (no por nada los italianos consumen un promedio de seis kilos por persona anual).
También puedes verterlo en tu café ristretto o express y convertirlo en un “café coretto”, que es la versión italiana del carajillo español, pero con limoncello.
Mientras bebíamos un café coretto y degustábamos un gelato napolitano en Gambrinus, veíamos como el sol se metía en el horizonte, y pintaba naranja el Mediterráneo, y el Castillo o Castelo Maschio Angoino, que recuerda los años que Nápoles fue dominada por el imperio español.
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