Dicen por ahí que en el mar , la vida es más sabrosa.
Y si, en efecto, en el mar todo es felicidad. Brisa, mar, sol y afectos. ¿Cómo pedir más?
Mi relación con el mar es de larga data. Crecí con él. De niño le hablaba mientras las olas me acariciaban los pies, y la arena los cuidaba.
Le contaba mis alegrías y mis tristezas, mientras escuchaba el vaivén de las olas y la brisa jugaba con mi cabello. A lo lejos, el sol observaba atento, como un mudo testigo.
Por ello siempre regreso al mar. Me llama y me invita a pensar. En nuestras pláticas encuentro respuestas o simplemente el placer de tenerlo frente.
A pesar de los pesares, el Revolcadero es mi playa favorita. El mar ahí no siempre es calmo, pero ¿qué en la vida es estático?
Como el mismo Acapulco. Es cambiante, pero siempre, sin excepción , entrañable.
De mi puerto de Acapulco, no les comentó su enorme cantidad de lugares de interés, porque normalmente voy a comer y a descansar.
Mi placer es correr en la playa descalzo, con un sentimiento de libertad único. Es nadar, en el mar o en la piscina, así como convivir con mi familia, mis seres queridos.
De niño, iba al muele de Pichilingue, con mi caña de pescar. Sabía de un rinconcito donde se juntaban los silios, pequeños pececitos espada.
Cada tanda pescaba unos 10 o 15 silios. Los llevaba a casa, y los cocinábamos empanizados. Hay un lugar, en donde los hacen extraordinariamente: El Hotel El Cano. Ahí, con salsa Búfalo o con sólo limón , son la cosa más exquisita que hayan probado.
También puede sonar raro. Pero ahí he probado también la mejor paella de México. Si, en el puerto de Acapulco.
En el Becco, también encontré la mejor pasta de mariscos de Acapulco. O bien, los tacos de camarones de Don Beto Godoy.
Todos conocen el ceviche acapulqueño, y curioso, también la mejor pizza de México que yo he probado, es en un estupendo restaurante italiano en Punta Diamante llamado Il Forno Di Gio (diminutivo de Giovanni) Si, la mejor pizza mediterránea en México esta aquí, en los hornos de leña de Giovanni.
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