El sol se despide iluminando media bahía, mientras las lanchas entran y salen.
En un poste del muelle se posa, majestuosa, una águila de cabeza blanca. Así es, el mismísimo símbolo de los EEUU. La observo embelesado. El potente animal se sacude y fija la mirada en un objetivo que ni ustedes , ni yo , hubiésemos podido percibir.
De pronto, da un salto con sus alas a medio abrir y captura con sus temibles garras a un pescado de buen tamaño.
Y entonces si, abre sus poderosas alas que de cerca se ven gigantescas y en una segundo levanta el vuelo. ¡Que espectáculo más extraordinario!
Esto, es Alaska.
Y más particularmente, esta es la descripción de una tarde en Ketchikan. Esta es una de las localidades más pintorescas de Alaska, que le dicen la “Capital Mundial del Salmón”.
Y es que ciertamente, aquí se encuentra el mejor salmón del mundo.
Al interior de la Reserva ecológica Rainforest Sanctuary se encuentra el Eagle Creek , una de las corrientes de desove de Salmón más ricas de Alaska y del mundo. Cruza todo el ecosistema de la montaña, hasta desembocar en un estuario y finalmente el mar.
En esta tierra de grandes pescadores , los sabores del mar dominan la escena. Desde luego el salmón es una de las estrellas más socorridas en el mundo.
Mi favorito es el sellado, limón y sal marina, arroz salvaje y maridado con un vino blanco afrutado y verdura asada.
Pero no es la única estrella. Otro de los gigantes gastronómicos de Alaska son las famosas patas de cangrejo o King Crab Legs.
Es un sabor magnífico de una carne suave y fantástica . Es caro porque para capturar un Cangrejo Rey, con esas patas enormes llenas de deliciosa y suave carnita, hay que ir mar adentro en las agitadas y gélidas aguas de Alaska. Después, echan unas jaulas con carnada en las profundidades del océano, mientras esperan pacientemente a los patudos visitantes.
Es una de las pescas con mayor riesgo. No sólo por la mecanismo a de sacarlos, sino por las amenazas del clima y el mortal movimiento del mar ahí donde anidan estas maravillas del mundo marino.
Después de caer en la trampa, sacan la jaula con grúa, rogando que no se descompongan las condiciones climáticas.
En realidad, vale la pena. Y además en Alaska tiene precios más accesibles que ningún otro lugar del mundo. Y se puede ponerse un atracón de King Crab Legs, sin quedar en bancarrota.
Estas, con salsa de mantequilla con especias, limón, sal, un vino tinto generoso, temperatura ambiente, es como entrar sin filas al cielo de ida y de regreso.
Y esto es sólo el comienzo. Alaska, un sitio inolvidable
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