Roma es la ciudad eterna. De tal suerte, que su legado es impresionante y la ciudad es inabarcable, pletórica de historia, experiencias, arte y grandezas, de tal suerte que ni en mil entregas la acabaríamos.
Aventuremos un pequeño paseíllo en uno de los más emblemáticos e históricos barrios romanos. Me refiero al Trastevere. Como su nombre lo indica, esta detrás del Río Tíber, a espaldas de Ciudad Vaticano.
Se trata de un barrio antiguo de calles ensortijadas y callejones llenos de vida e historia. En el Trastevere todavía pueden encontrarse vestigios medievales de Roma, como capillas y fuentes extraordinarias. De hecho , ahí se construyó la primera iglesia oficial de Roma en el año 340: La Basílica de Santa María en Trastevere.
La fuente de la plaza exterior, también llamada Santa María in Trastevere, es la más antigua de Roma y mantiene su forma original, tal como se cree fue diseñada en el siglo I a.C.
Rodeado por la colina del Gianicolo, con sus edificios Patrimonio de la Humanidad.
Es de los pocos lugares en Roma (quizá el único) que mantiene la estructura medieval. Es famoso no sólo por su belleza, sino por su vasta colección de restaurantes y tiendas de todo tipo, a la usanza antigua. En cualquier momento te topas en la calle empedrada una iglesia particular: San Pietro in Montorio, dedicada ni más ni menos que al apóstol San Pedro (corre la leyenda popular de que ahí murió ).
Comer o cenar en Trastevere es una experiencia imperdible cuando se está en la ciudad eterna.
En cualquiera de las trattorias, se puede uno sentar y dejarse deleitar una auténtica pasta al pesto o bien al pomodoro con un chianti tinto al lado, escuchando música italiana.
Normalmente el las trattorias la gente come un plato y sigue caminando.
Pero si tu apetito es mayor, o bien te apetece algo más refinado, entra a cualquier restaurante del Trastevere , arranca con un te recetas un rissotto tartuffo, esto es, un arroz con aceite y algunos trozos de trufa, muy apreciado en el mundo.
Después, una tradicional Grappa, que es un aguardiente de orujo. Así contemplaremos juntos el atardecer en el Trastevere, donde el tiempo ha quedado detenido para siempre
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